La soldadura láser puede unir una notable variedad de materiales, pero ¿cuáles destacan realmente? Este artículo explora los detalles, desde metales comunes como el acero al carbono y el aluminio hasta materiales más complejos como plásticos y aleaciones de cobre. Los lectores descubrirán los retos y soluciones exclusivos de cada material, lo que les proporcionará información esencial para seleccionar los materiales y técnicas adecuados para sus proyectos de soldadura láser.
La soldadura láser es el proceso de utilizar pulsos láser de alta energía para calentar localmente una pequeña zona de un material. La energía de la radiación láser se transfiere al interior del material mediante transferencia de calor, haciendo que el material se funda y forme un baño de fusión específico, con lo que se consigue el propósito de la soldadura.
Una máquina de soldadura láser es un dispositivo utilizado para el procesamiento de materiales por láser. En función de su modo de funcionamiento, puede clasificarse en cuatro tipos: máquina de soldadura láser de moldes, automática máquina de soldadura láserMáquina de soldadura láser por puntos y máquina de soldadura láser por transmisión de fibra óptica.
Soldadura láser ofrece una precisión y eficacia excepcionales para unir diversos aceros para herramientas y materiales para moldes. Este avanzado proceso de soldadura es especialmente eficaz para aceros para matrices de alto rendimiento, incluidos:
El aporte de calor concentrado y el control preciso de la soldadora láser reducen al mínimo las zonas afectadas por el calor, reducen la distorsión y mejoran la calidad de la soldadura. Esto la hace ideal para reparar y modificar moldes y matrices de alto valor. El proceso mantiene las propiedades del material base, garantizando un rendimiento constante en aplicaciones exigentes como el moldeo por inyección, la fundición a presión y el conformado de metales.
Entre las principales ventajas de la soldadura láser para estos aceros para herramientas se incluyen:
Para obtener resultados óptimos, es necesario controlar cuidadosamente la preparación del material, la selección del gas de protección y los parámetros de soldadura en función del tipo de acero y los requisitos de la aplicación.
El acero al carbono puede unirse eficazmente mediante técnicas de soldadura láser, aunque la calidad de la soldadura depende en gran medida de la composición y la preparación del material. Para obtener resultados óptimos, el precalentamiento es esencial cuando el contenido de carbono es superior a 0,25%, ya que reduce la velocidad de enfriamiento y minimiza el riesgo de formación de martensita frágil en la zona afectada por el calor (ZAT).
Al unir aceros con contenidos de carbono diferentes, es fundamental ajustar la posición del haz láser. El punto focal debe estar ligeramente desplazado hacia el acero con menor contenido en carbono, normalmente entre 10 y 15% del diámetro del haz. Esta técnica garantiza una distribución más uniforme del calor y favorece una mejor fusión en la interfaz de la unión.
Los rápidos ciclos térmicos inherentes a la soldadura láser, caracterizados por velocidades de calentamiento y enfriamiento extremadamente rápidas, pueden aumentar la susceptibilidad a los defectos de soldadura a medida que aumenta el contenido de carbono. Los aceros con alto contenido en carbono son más propensos a formar microestructuras duras y quebradizas en la ZAT, lo que puede provocar fisuras en frío o una reducción de la ductilidad.
La soldadura láser es adecuada para una amplia gama de grados de acero, incluidos los aceros de medio y alto carbono (0,30-0,60% C y >0,60% C, respectivamente), así como los aceros aleados comunes. Sin embargo, estos materiales suelen requerir un cuidadoso control del proceso. El precalentamiento a 150-300°C (dependiendo del carbono equivalente y del grosor de la sección) ayuda a mitigar el choque térmico. El tratamiento térmico posterior a la soldadura, como el alivio de tensiones a 550-650°C durante 1 hora por cada 25 mm de espesor, es crucial para reducir las tensiones residuales y mejorar las propiedades mecánicas de la unión soldada.
Para mejorar aún más la calidad de la soldadura, considere estas prácticas adicionales:
La soldadura por láser de acero inoxidable ofrece ventajas significativas sobre los métodos de soldadura tradicionales, en particular para conseguir uniones de alta calidad con propiedades mecánicas y estética superiores.
La alta densidad de energía y el control preciso de la soldadura láser dan como resultado una zona afectada por el calor (ZAC) estrecha y velocidades de soldadura rápidas. Esta combinación mitiga eficazmente los retos asociados al gran coeficiente de expansión térmica del acero inoxidable, reduciendo el riesgo de distorsión térmica y tensión residual. En consecuencia, las uniones de acero inoxidable soldadas por láser suelen presentar defectos mínimos, como porosidad, inclusiones o agrietamiento en caliente.
Las propiedades inherentes del acero inoxidable lo hacen especialmente adecuado para la soldadura láser. Su conductividad térmica relativamente baja (suele oscilar entre 16 y 26 W/m-K, frente a los 43-54 W/m-K del acero al carbono) concentra el aporte de calor, mientras que su elevado coeficiente de absorción de energía (a menudo superior a 35% para longitudes de onda de láser de CO2) garantiza un acoplamiento eficaz de la energía láser. Estas características facilitan la formación de soldaduras profundas y de penetración estrecha con elevadas relaciones de aspecto, alcanzando a menudo profundidades de penetración de 5-10 mm en una sola pasada, dependiendo de la potencia del láser y de los parámetros de soldadura.
Para chapas de acero inoxidable de calibre fino (normalmente <3 mm), los láseres de baja potencia (500 W-2 kW) pueden producir soldaduras excepcionalmente limpias y visualmente atractivas. El control preciso de la energía permite un aporte mínimo de calor, lo que da lugar a zonas de fusión estrechas con perfiles de superficie lisos y salpicaduras reducidas. Esto no sólo mejora la calidad estética, sino que también mantiene la resistencia a la corrosión del acero inoxidable al minimizar la precipitación de carburo de cromo en la zona afectada por el calor.
Para optimizar la soldadura láser de acero inoxidable, deben controlarse cuidadosamente parámetros clave como la potencia del láser, la velocidad de soldadura, la posición focal y la composición del gas de protección. Por ejemplo, el uso de una mezcla de argón con hidrógeno 2-5% como gas de protección puede mejorar aún más la calidad de la soldadura al aumentar la estabilidad del arco y reducir la oxidación.
La soldadura del cobre y sus aleaciones presenta retos únicos debido a su alta conductividad térmica y su bajo punto de fusión. Para lograr una fusión y penetración completas, suelen emplearse fuentes de calor de energía concentrada, como la soldadura por haz de electrones, láser o arco de plasma. Estos métodos de alta potencia, combinados con técnicas de precalentamiento, ayudan a superar las propiedades de rápida disipación del calor del cobre.
Las piezas de cobre finas o de baja rigidez son especialmente susceptibles de deformarse durante la soldadura. Sin una fijación adecuada o estrategias de gestión del calor, puede producirse una deformación significativa después de la soldadura debido a la expansión y contracción térmicas. En los casos en los que la unión está sujeta a restricciones rígidas, pueden desarrollarse tensiones residuales que pueden comprometer la integridad estructural o la precisión dimensional del componente.
El agrietamiento térmico es un problema frecuente en la soldadura del cobre, a menudo debido a la susceptibilidad del material a la deformación en caliente. Este fenómeno se produce cuando la segregación de impurezas en los límites de grano debilita el material a temperaturas elevadas. Para mitigar este riesgo, es crucial controlar cuidadosamente el aporte de calor, las velocidades de enfriamiento y la selección de los metales de aportación adecuados.
La porosidad sigue siendo un defecto frecuente en la soldadura de cobre y aleaciones de cobre, debido principalmente a la alta solubilidad de los gases (especialmente el hidrógeno y el oxígeno) en el cobre fundido. A medida que el baño de soldadura se solidifica, estos gases disueltos pueden formar burbujas, dando lugar a vacíos internos. Para minimizar la porosidad, son esenciales unos procedimientos de limpieza rigurosos, una selección adecuada del gas de protección y unos parámetros de soldadura optimizados. En algunos casos, pueden ser necesarias técnicas especializadas como la soldadura al vacío o el uso de elementos desoxidantes en los metales de aportación para producir soldaduras de alta calidad y sin porosidad en las aleaciones de cobre.
La tecnología de soldadura láser demuestra una versatilidad excepcional en la unión de termoplásticos y elastómeros termoplásticos, abarcando una amplia gama de materiales, como polipropileno (PP), poliestireno (PS), policarbonato (PC), acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), poliamida (PA), polimetacrilato de metilo (PMMA), polioximetileno (POM), tereftalato de polietileno (PET) y tereftalato de polibutileno (PBT). Esta amplia aplicabilidad se debe al suministro preciso de energía y al calentamiento localizado característicos de la soldadura láser, que minimizan el estrés térmico y la degradación del material.
Sin embargo, algunos plásticos técnicos de alto rendimiento, como el sulfuro de polifenileno (PPS) y los polímeros de cristal líquido (LCP), presentan dificultades para la soldadura directa por láser debido a su baja transmitancia intrínseca. Estos materiales suelen presentar una alta cristalinidad y estabilidad térmica, propiedades que contribuyen a su excelente resistencia mecánica y química, pero que también dan lugar a una escasa absorción de la energía láser.
Para superar esta limitación y ampliar la gama de materiales aptos para la soldadura láser, una estrategia habitual consiste en modificar la capa inferior de la interfaz de unión. Al incorporar a esta capa aditivos que absorben el láser, sobre todo negro de humo, se mejora considerablemente la capacidad del material para absorber la energía láser. Esta modificación crea una zona localizada afectada por el calor en la interfaz de soldadura, lo que facilita la fusión de los materiales. La capa superior, que mantiene su composición original, sigue siendo transmisiva al láser, lo que permite que la energía llegue eficazmente a la capa inferior modificada.
Este enfoque no sólo permite la soldadura láser de materiales tradicionalmente difíciles, sino que también ofrece un control preciso de las características de la soldadura, incluida su profundidad y resistencia. Además, mantiene el aspecto y las propiedades generales de los componentes soldados, ya que la modificación se limita a la interfaz de la unión. A medida que la tecnología de soldadura láser sigue evolucionando, las investigaciones en curso se centran en el desarrollo de nuevos aditivos y tratamientos superficiales para ampliar aún más su aplicabilidad en un espectro aún más amplio de plásticos técnicos y materiales compuestos.
El principal reto en la soldadura láser del aluminio y sus aleaciones se deriva de su alta reflectividad a los haces láser de CO2 de 10,6 µm, una característica que afecta significativamente a la eficacia del proceso de soldadura.
La excelente conductividad térmica y eléctrica del aluminio, atribuida a su alta densidad de electrones libres, contribuye a su eficacia como reflector de la luz. Esta propiedad, aunque beneficiosa en muchas aplicaciones, supone un obstáculo importante en los procesos de soldadura láser.
Inicialmente, las superficies de aluminio presentan una reflectividad superior a 95% para las longitudes de onda del láser de CO2. En consecuencia, la soldadura de penetración profunda debe comenzar con menos de 5% de la energía de entrada absorbida. Esto requiere una potencia de entrada excepcionalmente alta para alcanzar la densidad de potencia crítica necesaria para el inicio de la soldadura. El calentamiento súbito y localizado suele dar lugar a la formación de cavidades en forma de ojo de cerradura, que pueden provocar defectos en la soldadura si no se controlan adecuadamente.
Para mitigar estos retos, se han desarrollado varias estrategias:
Las aleaciones de magnesio poseen una densidad aproximadamente 36% inferior a la del aluminio, lo que las convierte en materiales muy atractivos para aplicaciones que exigen una elevada resistencia específica. Esta característica convierte a las aleaciones de magnesio en un potencial revulsivo en industrias como la aeroespacial, la automovilística y la electrónica portátil, donde la reducción de peso es crucial.
Para evaluar el potencial de soldadura de estas aleaciones ligeras, se realizaron pruebas exhaustivas con dos tecnologías avanzadas de soldadura láser: láser pulsado de granate de itrio-aluminio (YAG) y láser continuo de dióxido de carbono (CO2). Estos sistemas láser se eligieron por su precisión, controlabilidad y capacidad para minimizar las zonas afectadas por el calor.
Centrándose en la aleación de magnesio AZ31B-H244, compuesta por 3,27% de aluminio y 0,79% de zinc, con un espesor de placa de 1,8 mm, los investigadores identificaron los parámetros de soldadura óptimos que dieron lugar a defectos mínimos. Las condiciones más favorables se consiguieron utilizando un láser YAG pulsado con los siguientes ajustes:
Se comprobó que estos parámetros conseguían un equilibrio ideal entre el aporte de calor, la eficacia de la fusión y la velocidad de solidificación, lo que se traducía en soldaduras de alta calidad con una porosidad y un agrietamiento mínimos.
Paralelamente, los ensayos de soldadura continua con láser de CO2 demostraron una excelente capacidad de penetración. Esta técnica resultó especialmente eficaz para secciones más gruesas o aplicaciones que requieren soldaduras profundas y estrechas. La naturaleza de onda continua de los láseres de CO2 permite un aporte de calor constante, lo que favorece unas propiedades de soldadura uniformes en toda la unión.
Ambos métodos de soldadura láser presentan resultados prometedores para unir aleaciones de Mg, lo que abre nuevas posibilidades para la adopción generalizada de estos materiales ligeros en procesos de fabricación avanzados.
La soldadura láser de aceros de baja aleación y alta resistencia, cuando se realiza con parámetros optimizados, puede producir uniones con propiedades mecánicas comparables o incluso superiores a las del metal base. Esto es especialmente significativo en el caso de materiales como el acero HY-130, un acero de baja aleación y alta resistencia por excelencia conocido por su excepcional solidez y resistencia a las grietas tras los tratamientos de temple y revenido.
El acero HY-130 ejemplifica la clase de aceros de baja aleación y alta resistencia que consiguen propiedades mecánicas notables mediante una aleación y un tratamiento térmico cuidadosos. Su microestructura, formada normalmente por martensita revenida, proporciona un excelente equilibrio entre resistencia, tenacidad y soldabilidad cuando se emplean las técnicas de soldadura adecuadas.
Los métodos tradicionales de soldadura suelen dar lugar a una microestructura heterogénea dentro de la soldadura y la zona afectada por el calor (ZAT). Esta estructura suele comprender una mezcla de regiones de grano grueso, áreas de grano fino y restos de la estructura original del metal base. Aunque esta diversidad a veces puede ser beneficiosa, a menudo da lugar a propiedades mecánicas incoherentes en toda la unión soldada.
El reto de las técnicas de soldadura convencionales reside en la inferior tenacidad y resistencia a la fisuración de la unión en comparación con el metal base. Esta discrepancia es especialmente pronunciada en el estado de soldadura, en el que la soldadura y la ZAT son muy susceptibles a la fisuración en frío. Esta susceptibilidad se debe principalmente a la formación de microestructuras frágiles, como la martensita no templada, y a la presencia de tensiones residuales inducidas por velocidades de enfriamiento rápidas.
Sin embargo, la soldadura láser ofrece claras ventajas para mitigar estos problemas. La alta densidad de energía y el control preciso de la entrada de calor en la soldadura láser dan como resultado una ZAT más estrecha, velocidades de enfriamiento más rápidas y la posibilidad de conseguir microestructuras más uniformes y refinadas. Optimizando cuidadosamente parámetros como la potencia del láser, la velocidad de soldadura y la posición del foco, es posible adaptar la microestructura de la soldadura para que se acerque a las propiedades del metal base o incluso las mejore, minimizando así el riesgo de fisuración en frío y mejorando el rendimiento general de la unión.
La soldadura láser demuestra una versatilidad excepcional en la unión de una amplia gama de materiales, incluida la capacidad de soldar metales distintos, un proceso que tradicionalmente plantea importantes retos. Esta avanzada técnica de unión aprovecha los rayos láser de alta densidad energética para crear zonas de calor localizadas y precisas, minimizando la distorsión térmica y permitiendo la fusión de metales con propiedades físicas y químicas dispares.
Numerosas investigaciones y aplicaciones industriales han validado la eficacia de la soldadura láser para diversas combinaciones de metales distintos. Entre las combinaciones más destacadas se encuentran las de cobre-níquel, níquel-titanio, cobre-titanio, titanio-molibdeno, latón-cobre y acero con bajo contenido en carbono-cobre. Cada combinación requiere unos parámetros cuidadosamente optimizados para lograr uniones metalúrgicas sólidas y, al mismo tiempo, mitigar problemas como la formación de compuestos intermetálicos, la tensión térmica y el agrietamiento.
Por ejemplo, las soldaduras de cobre-níquel se benefician de los rápidos ciclos de calentamiento y enfriamiento de la soldadura láser, que limitan el crecimiento de fases intermetálicas frágiles. Las uniones de níquel-titanio, cruciales en las aplicaciones de aleaciones con memoria de forma, exigen un control preciso del aporte de calor para preservar las propiedades únicas de ambos materiales. La combinación titanio-molibdeno, vital en las industrias aeroespacial y médica, aprovecha la capacidad de la soldadura láser para crear zonas de fusión estrechas, minimizando así la extensión de capas intermetálicas potencialmente perjudiciales.
Es importante señalar que, aunque la soldadura láser ofrece ventajas significativas para la unión de metales distintos, su aplicación satisfactoria suele requerir un sofisticado control del proceso, incluido el posicionamiento preciso del haz, la modulación de la potencia y, en algunos casos, el uso de capas intermedias o materiales de relleno para favorecer la compatibilidad. La creciente adopción de láseres de fibra y diodo ha ampliado aún más las posibilidades en este campo, ofreciendo una mayor calidad y control del haz para combinaciones de materiales aún más difíciles.